Este artículo propone un análisis de la obra Billy Elliot, explorando la batalla llevada por este adolescente contra un silencio que pesa sobre la familia después de la muerte de su madre. Esta búsqueda es aclarada en la expresión de su deseo por la danza. Los propósitos de este escrito se apoyan sobre la teoría del significante imaginario de C. Metz y examinan la puesta en escena de una confrontación entre lo real, el inconsciente y el deseo revelando así el camino ético y trágico del deseo de Billy.
Este artículo explora el rol del silencio en un dispositivo de psicodrama individual para adolescentes. El silencio se presenta como un elemento estructurador del dispositivo y como un soporte de elaboración y de apropiación subjetiva. A partir de un caso clínico, nosotros aprofundizaremos las vicisitudes y los limites cuando el silencio ya no puede sostener el proceso asociativo. Ello revela una fragilidad de las capacidades reflexivas y conduce a los terapeutas a ajustar su capacidad de presencia.
El artículo propone de analizar el silencio impuesto por los adolescentes a su terapeuta en el seno de un grupo terapéutico. Los autores sostienen la hipótesis que ese silencio es una proyección de las angustias arcaicas y de las fantasías de devoración y de incorporación de los adolescentes hacia su terapeuta. Esta última, al ofrecerse como receptáculo transformador abre la vía a una elaboración psíquica mas simbolizada.
La mediación “Juego de Roles” parece adaptado para el tratamiento de las alteraciones que surgen durante la adolescencia. Sin embargo esta clínica nos confronta a la especificidad de las organizaciones psíquicas que movilizan vínculos transferenciales fundados en las rupturas, la destructividad y el evitamiento del pensamiento y del vínculo. A partir de un caso clínico, pondremos en evidencia los procesos de la mediación que favorezcan la emergencia de un movimiento que retome las investiduras objetales y los procesos del pensamiento.
A partir del caso de Jérôme; nosotros sostendremos que el silencio de los afectos en el discurso de los pacientes, revela el peso de la represión sobre el trabajo de elaboración de la metamorfosis durante la pubertad y puede conducir al surgimiento de actos sexuales violentos. Esos actos atestiguan de las vicisitudes del trabajo psíquico durante la adolescencia. Apoyándose sobre el trabajo educativo y judiciario, el trabajo terapéutico busca la recomposición de los afectos y la creación de nuevos vínculos en la escena transferencial.
El presente artículo intenta explorar, los mecanismos inconscientes que están a la base del fenómeno de ausentismo escolar, en el espacio intra-psíquico del adolecente, en las ramificaciones de sus vínculos intersubjetivos en el seno del vinculo didáctico y las respuestas y reacciones institucionales que le son reservadas así como también los aportes específicos del psicólogo de la educación nacional.
La psicoterapia de Abel, explora las defensas narcisistas movilizadas contra la efracción de la pulsión y la investidura del objeto en sus implicaciones transferenciales. El silenciamiento del cuerpo y la expulsión de toda investidura de lo libidinal por parte del yo, constituye una ruptura en la intersubjetividad. El marco terapéutico puede entonces reactivar los rastros sensoriales que permiten de explorar la inmovilidad como una transformación narcisista y como una tentativa de re descubrimiento del sentimiento de existir.
Los autores interrogan el rol y el lugar del silencio en el trabajo clínico con jóvenes adolescentes, para quienes la función reflexiva no ha podido estructurarse de manera suficientemente estable. Es necesario un trabajo previo para que esos pacientes puedan utilizar el silencio del analista como de un espacio-tiempo que les permita de sumergirse en sí mismos y de oírse hablar. La escucha del lenguaje del cuerpo y del acto, así como de la transferencia sobre el entorno es central en los tratamientos difíciles
Nosotros interrogaremos los atributos trasferenciales del silencio y de la comunicación no verbal en la psicoterapia de un niño de 11 años. Cuando el silencio del analista se encuentra con el silencio del paciente, puede ocurrir que el proceso analítico, el cual busca la constitución de un destinatario secreto, tome la vía de la motricidad no verbal; las mímicas y las posturas corporales y toda la gama de expresiones indefinidas del paciente vendrían a substituir una motricidad verbal defectuosa.
En la entrevista alrededor de su libro, L’avenir d’un silence. Déréalisation, refoulement, amnésie des masses (El avenir de un silencio. Des realización, refulamiento, y amnesia de masas), Laurence Kahn califica las funciones psíquicas del silencio en su dimensión individual y colectiva. El silencio que ha pesado sobre los crímenes del nazismo en Alemania está al servicio de la des realización de los crímenes cometidos. En las familias, el silencio, el cual juega un rol mayor durante la adolescencia, puede estar al servicio de la ausencia de reconocimiento; pero también puede en ciertos casos estar al servicio de la vida.
Adolescence, 2025, 43, 1, 11-22.
Revue semestrielle de psychanalyse, psychopathologie et sciences humaines, indexée AERES au listing PsycINFO publiée avec le concours du Centre National du Livre et de l’Université de Paris Diderot Paris 7